El Castillo Matsue 松江城
El Castillo Negro
Su color y belleza hacen que sea un castillo mítico, digno de las mejores películas de samuráis.
Construido en cinco años por orden del daimyo Horio Yoshiharu y terminado en 1611, el castillo de Matsue tiene casi 30 metros de altura y ofrece una magnífica vista de Matsue. Este es uno de los doce castillos japoneses que aún conservan su estado original.
El gran estratega Horio Yoshiharu hizo reconstruir la ciudad para poder hacer del castillo una fortaleza inexpugnable, principalmente gracias a los canales. Pero como fue erigido después de que terminaron los enfrentamientos feudales del siglo XVI, el castillo de Matsue nunca experimentó ninguna batalla. Menos de doscientos años después de su construcción el castillo fue tomado por el Matsudaira, rama más joven de los Tokugawa, que mantuvo el castillo en su estado original pero modernizó la ciudad.
Sin embargo, gran parte del castillo fue destruida al final del shogunato. Hoy en día sólo quedan la pared circundante, unas ruinas dispersas y el imponente torreón, el tenshukaku.
La torre
Montada sobre una colina, la torre es a menudo comparada con un chorlito, un ave marina con plumas oscuras. Es por esto que también se le llama el Chidori-jo, el castillo chorlito. Este tiene un pequeño parecido con el castillo de Himeji, aunque el apodo de este último sea todo lo opuesto, "la garza blanca".
La torre está construida sobre una base de piedra y tiene seis pisos, pero sólo cinco se pueden ver desde el exterior. Su laberinto de escaleras y la estructura de madera nos dan una buena idea de cómo era la vida en la época feudal. También hay armaduras, cascos, estatuas, documentos y fotografías contemporáneas que nos narran la historia del castillo.
Lindas ruinas
El Ninomaru, el parque del castillo, cubre la superficie total del antiguo dominio y está salpicada con ruinas del edificio que ya no existe. Sólo las partes de piedra han podido resistir la prueba del tiempo. Las plantas y árboles están muy bien cuidados y el jardín tiene cerezos, ciruelos y otros árboles de los que los japoneses adoran durante la floración. Sin duda, la primavera y el otoño son las mejores épocas para visitar el castillo de Matsue y su parque con el ritmo del agua que fluye en sus fosos.