Santuario Hie-Jinja
El rojo y el incienso
Montado en una colina entre los edificios de Akasaka, el Hie Jinja ofrece relajación para aquellos que sufren por exceso de trabajo y para los viajeros agotados.
Dos estatuas de una pareja de monos reciben a los visitantes. La mona madre que acuna a su hijo con ternura es uno de los símbolos de este lugar. Se cree que favorece la fertilidad y previene el aborto involuntario. Hacia el mediodía, las figuras que visten trajes oscuros se apoderan del lugar. Son los asalariados de los alrededores que durante los días soleados vienen a comer y a relajarse aquí, antes de regresar a sus oficinas.
El santuario está dedicado a Oyamakui-no-kami, el guardián del Monte Hiei cerca de Kyoto, según el culto sintoísta. Eregido en 1478, este se convierte en el protector de la ciudad cuando el shogún Tokugawa Ieyasu (1543-1616) hace de Edo, antiguo nombre de Tokio, la nueva capital del país. El santuario original fue reducido a cenizas por un incendio que asoló Tokio en 1657 y luego por el bombardeo estadounidense en 1945. Los edificios actuales son de 1958.
El santuario es un verdadero lugar de oración lejos de la furia de la ciudad. Aunque la arquitectura no es espectacular, la auténtica atmósfera de meditación hace que la visita sea una experiencia inolvidable.
Te aconsejamos que vayas durante un día soleado cuando el torii (portal rojo sintoísta) se vuelve incandescente. Se disfruta mucho esta inmersión en este corredor escarlata antes de regresar al oscuro asfalto de la ciudad.