Montado en una colina entre los edificios de Akasaka, el Hie Jinja ofrece relajación para aquellos que sufren por exceso de trabajo y para los viajeros agotados.
El centro de Tokio se aleja y el cielo se agranda. Las casas van reemplazando los grandes edificios y el tren de los suburbios lentamente se va quedando sin pasajeros.